martes, 26 de enero de 2010

100 millones de personas no pueden estar equivocadas, pero no por ser 100 millones dejan de ser subnormales

Ayer, lunes 25 de enero de 2010, día aciago, un pequeño grupo de amigos cedimos de forma vil y cobarde al empuje de la corriente de opinión dominante que venía tratando de convencernos, desde hacía ya muchos meses, de que no podíamos dejar de ir a ver ese pastiche infumable llamado Avatar.
No podemos negar que el susodicho filme nos ha perturbado de manera tal que parece llamado a convertirse en una perpetua fuente de inspiración. De ahí que, ni cortos ni perezosos, bien que seamos cortos y perezosos, hayamos decidido dar inicio a una cosa de estas llamadas blogs para intentar crear una corriente de opinión divergente. Lo hacemos con la intención de restablecer un poco el sentido común y poner las cosas en su sitio, pero sobre todo para compartir con aquellos que participen de nuestros sentimientos el inmundo aburrimiento que padecimos todos durante aquellas casi tres horas de topicazos e infantiladas.
¿Y quién soy yo para opinar así, despreciando la opinión de tan nutrido público y, veréis, la de los académicos de las distintas corporaciones de trabajadores del cine, que a buen seguro premiarán esta mongolada? Quién soy, decía: pues desde luego no soy uno de esos millones de subnormales que no han tenido la decencia de decirme que no fuera a ver la puta película. Pido sinceramente perdón por la virulencia verbal, pues incluso entiendo que se pueda llegar a disfrutar de la peli si es, por ejemplo, la séptima vez que vas al cine, o incluso si eres de los que consumen cine como quien se tira pedos. Pero no puedo evitar sentir un profundo rencor hacia todos aquellos que me dijeron que sí, que era mala, pero que valía la pena ir a ver el tema 3D, y que era creativa en términos visuales o, simplemente, que resultaba entretenida. Todos vosotros sois unos infames, habéis vulnerado el sentido común y me habéis despreciado de alguna manera, pues uno es como es y no se merece que le estafen diez eurazos y pico por pasar tres horas en la fiesta trance con la peor música de la historia (y perdón por aludir a la historia, que no entra en esto a pesar de todo). Sólo salvo a Parker y Stone, los pibes de South Park, que como tan demasiado a menudo les pasa como para pensar que no son tontos, pues han vuelto a dar en el clavo: Bailando con pitufos, llaman a su versión, que ni siquiera es tal, porque el guión de Avatar no tiene chicha ni para medio capítulo de una serie de dibujos.
Concluyo este primer artículo, que es sólo un punto de partida a partir del cuál intentaremos ir desentrañando los múltiples motivos por los cuales la película más taquillera del mundo mundial es una verdadera mierda.
Os quiero a todos.